PEDRO FIGARI

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PEDRO FIGARI y la revista TIME

 

TIME  -  ARTE  -  Abril 19, 1943.

Maestro uruguayo
    Sus paisajes de un ombú solitario, con espuma blanco-cinc de la luna, sus bailes gauchezcos al atardecer en montes de naranjos o patios azulejados, sus damas rosistas chismeando en trajes rojos sobre sofás carmesíes en aposentos de damasco escarlata, sus nocturnos en el viejo mercado o los alrededores de Malvín, sus dos maravillosos cuadros del asesinato de Facundo Quiroga en la diligencia, y sobre todo la extraña serie de costumbres negras, bailarines de candombe, velorios, perros callejeros siguiendo cortejos fúnebres de a pie, los desfiles y festivales son un himno inagotable a un pasado rico, de lo que lo mejor está espléndidamente pintado.
         Ésta es una descripción de la obra de difunto gran pintor uruguayo Pedro Figari, uno de cuyos cuadros estuvo expuesto la semana pasada en el Museo de Arte Moderno de Maniatan. Hablando espacialmente, Figari fue sólo un ejemplar solitario en una espléndida exposición de las 224 nuevas adquisiciones de arte moderno latinoamericano del museo. Ninguna institución tiene una colección más refinada de obras del sur de la frontera.
Dominada por Méjico, la exposición tuvo como 246 pies cuadrados exclusivamente de los muralistas Diego María Rivera y José Clemente Orozco. También había muchos dibujos y litografías de menor tamaño por mejicanos más jóvenes y menos conocidos que por lo menos revelaron tanta imaginación y habilidad como sus compatriotas mayores y más celebrados. Con sus mayores compartieron la preocupación del arte mejicano por la violencia y la deformidad, tanto interna como exteriorizada.
Rincón luminoso. Fuera de Méjico, el arte latinoamericano tendió a obsesionarse menos con el  horror. En  un rincón remoto estaba arrumbado el Baile Criollo del uruguayo Figari, cuyo humor era tan alegremente vívido como su colorido virtuoso.
Pedro Figari, bien conocido en las capitales del Plata y cículos artíosticos europeos, casi desconocido en Norteamérica**, nunca tuvo formación académica. Nacido en Uruguay en 1961 de padres italianos, estudió leyes, viajó por Europa, fue parlamentario en Montevideo, y en 1900 entró al Banco de la República como abogado.
         En sus años cincuenta fue pofundamente afectado por un juicio spectacular en  el que exitosamente defendió a un muchacho acusado con pruebas circunstanciales de un asesinato. Luego del caso, Figari dejó la práctica del Derecho, y dedicó el resto de su días a la pintura***. En 1912, a los 51, publicó un libro sobre estética,  Arte, Estética, Ideal.
         En 1921 hizo su primera exposición, en buenos Aires. Durante los siguientes nueva años hizo 19 exhibiciones en Sudamérica, París, Bruselas y Londres. Hoy su obra se muestra en Luxemburgo. Escribió el crítico francés Georges Pillement: “El encanto de Figari es extraordinario. (Él) seguramente perdurará como uno de los más maravillosos coloristas que jamás hayan vivido”.
Aunque Figari se radicó en París desde 1925 a 1934, siguió pintando a Uruguay. Cuando el maestro de 77 años murió en Uruguay en 1938, dejó unas 4.000*** pinturas, excluyendo cientos en colecciones argentinas. Propiedad de la familia Figari, todavía están guardadas en su patria.
*Recopilado por Alfred H. Barr Jr.; también por Lincoln Kirstein, consultor para el Museo para arte latinoamericano, que escribió el anterior comentario sobre figari. Ahora está de servicio en Fort Belvoir, Virginia.
** Un Figari está en Houston (Texas), en el Museo de Bellas Artes.
Trad FSF
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